Hasta hace unos meses las familias disfrutábamos de besos, abrazos, celebraciones… Los hijos visitaban a sus padres, los abuelos gozaban de sus nietos, los hermanos se reencontraban, durante la comida hablábamos de temas importantes pero también de cosas banales y nos partíamos de la risa. Estamos deseando que esto vuelva, ¿verdad?
En este momento, en el que la pandemia por COVID-19 se ha adueñado de nuestras vidas, nos acordamos más que nunca de los abuelos. Debido a su edad son el principal grupo de riesgo, pero no los tenemos presentes tan solo por esto… Nuestros mayores siempre han desempeñado un papel fundamental en la educación y desarrollo de nuestros pequeños, así que esta circunstancia es algo que también afecta a la infancia de nuestros hijos.
Esta vida acelerada que nos toca llevar, haciendo malabares entre el trabajo, la casa y los hijos se ha apoyado siempre en un pilar fundamental: la ayuda impagable de nuestros abuelos recogiendo a sus nietos de las extraescolares, acudiendo al colegio cuando los niños se ponen malitos, aprendiendo a hacer video llamadas para entretener o simplemente disfrutar de la conversación de sus nietos… en definitiva, ofreciendo un soporte importantísimo no sólo a sus hijos, sino en la formación de la personalidad y educación de sus nietos.
“Uno de los apretones más poderosos de manos es el de un nieto recién nacido alrededor del dedo de su abuelo”
Qué padres no han tenido dificultades para encontrar a una persona de confianza que les permita tener la certeza de que sus hijos están “bien cuidados”. Aquí siempre ha entrado en juego el papel de los abuelos, porque… ¿quién podría ofrecer más confianza y cariño a nuestros hijos que sus abuelos?
Esta relación es provechosa tanto para el abuelo como para el nieto; la aportación de nuestros mayores merece tenerse en cuenta:
- Con los abuelos, los nietos crecen en un entorno familiar rodeados de cariño, lo que les aporta grandes beneficios, pues se sienten protegidos y queridos.
- Es una experiencia enriquecedora también para los abuelos, porque sienten una gran satisfacción al compartir el cuidado de sus nietos, y también se sienten útiles y activos.
- Su presencia nos hace tomar conciencia de nuestras raíces.
- Toda la experiencia que los abuelos llevan a sus espaldas es algo que fascina al niño, ayudándole a relacionar pasado y presente, dándole seguridad y equilibrio.
- Aportan sabiduría y sentido común.
- Pasan a tener un papel complementario en la educación. Son a la vez compañeros de juegos y confidentes.
- Enseñan a sus nietos a ser pacientes, ofreciéndoles su apoyo emocional y sus consejos en momentos de crisis e inestabilidad.
- Los abuelos, en muchas ocasiones, evitan un importante gasto económico, al que muchas familias no podrían hacer frente.
- Gracias a ellos, la pareja puede disponer de momentos de descanso e intimidad, tan importantes en su relación.
Pero no se debe abusar de los mayores, porque a veces lo que comienza como una actividad voluntaria y gratificante puede convertirse en una obligación que puede desgastar tanto física como mentalmente.
En los momentos que estamos viviendo hay que ser prudentes y mirar por la salud de todos, lo que conlleva inevitablemente que esta beneficiosa relación no pueda darse como estábamos acostumbrados.
A pesar de esta circunstancia, me gustaría también pensar en ellos y tener en cuenta varios aspectos que me parecen importantes:
- Hay que ser realistas y contemplar si los abuelos están en condiciones de hacerse cargo de los nietos o no.
- Aún en el caso de encontrarse un poco limitados, pueden seguir sintiéndose útiles prestando pequeñas ayudas como recoger al nieto o darle de comer.
- Es importante compartir criterios, llegar a acuerdos respecto a las normas y educación del pequeño. Ninguna de las partes debe desautorizar a la otra delante del niño ni dar órdenes de cómo debe ser educado.
- Tenemos que ser considerados. La ayuda por parte de los abuelos ha de ser voluntaria, y debemos ser conscientes de si realmente esa colaboración no va a suponer un sobre esfuerzo para ellos.
- Otro aspecto a tener en cuenta es la vida personal y social de los abuelos. No podemos permitir que renuncien a ello por nuestras necesidades. Debemos tener presente que tienen que vivir su propia vida.
Quienes hemos tenido la enorme fortuna de poder compartir todos estos momentos y emociones con los abuelos sabemos que su recuerdo es un tesoro. Nos llenan de sabiduría, acarician el alma y nos tocan el corazón.